miércoles, 23 de enero de 2008

Parque Nacional Radal Siete Tasas

Miércoles 16 de Enero, mi reloj marca las 5:40 PM, me encuentro sentado en uno de los asientos del bus que me lleva a casa después de mi jornada de trabajo diaria, iba con mi mente divagando por la estratosfera cuando en eso vibra mi celular, miro el teléfono, era Avilsex, me llamaba para invitarme al Parque Nacional siete tasas, saldrían el sábado junto con otro amigo iniciando de esta forma sus vacaciones de verano. No dude ni un minuto mi respuesta y casi en forma refleja le digo “por supuesto que voy, de allá somos”.

Este seria el viaje mas largo que he realizado con mi GXT, muchos kilómetros de asfalto lo que dejaría a mi fiel corcel mirando de reojo los múltiples senderos de tierra que dejaríamos atrás sin recorrer, eran solo dos días, no abría tiempo para regalonear a mi niña.

Seria solo un fin de semana, por lo tanto el equipaje no seria problema, un saco de dormir, carpa y un par de cosas en la maleta serian más que suficientes. La hora programada para juntarse en el punto de salida fue las 7:45 AM, para salir a más tardar a las 8:00 AM…pero estamos en chile, comenzamos a rodar pasada las 9:30 AM. No se porque siempre me he preocupado tanto de cumplir con los horarios, si prácticamente nunca se cumplen y al final me levanto temprano o me encuadro en los tiempos tan solo para esperar y esperar a los demás. En fin ya estamos en la ruta.

Desde que supe del viaje, se los comente a varios amigos y compañeros de trabajo, cual fue mi sorpresa, todos coincidieron en que serian muchos kilómetros para un destino tan poco atractivo. Me dieron que pensar sus comentarios, pero no dude nunca de mi decisión, por ultimo que el viaje en si pague por el tiempo destinado a este. Por lo tanto les propuse a mis compañeros de ruta que nos fuésemos por la costa todo lo que fuera posible, les gusto la idea y así lo hicimos.

El recorrido comenzó como de costumbre en Concepción siguiendo por Cobquecura, Curanipe, Constitución, Licantén, Hualañé, Rauco, Curico, Molina y finalmente El Radal. Me salte todos los pueblos pequeños para no ser latero.

Solo pondré algunas fotos de los lugares recorridos, puesto que el tema central del relato es otro.

Cobquecura es una playa grande, abierta, de grandes olas y arenas grises, cuyo principal centro de atención es la lobera y la iglesia de piedra, esta última corresponde a una formación rocosa en forma de cuevas de grandes dimensiones lo que asemejan la bóveda de un templo.


























Ingresamos a la playa en nuestras motos, la arena estaba muy suelta y no fue fácil, para poder dejar las motos paradas, tuvimos que enterrar la rueda trasera.



Lamentablemente solo podrán ver el portal de la iglesia de piedra, por un inconveniente en la memoria de la maquina fotográfica y una estupidez de mi parte borre las fotos tomadas al interior de las cuevas.



Vista hacia la playa de Tregualemu.
































Las carreteras se han arreglado bastante este último tiempo en la zona y es común ver puentes muy altos que facilitan el trancito vehicular.

En Curanipe paramos para almorzar, era una caleta muy pintoresca, ahí retrate a este matrimonio mientras desenredaban unas apancoras de entre sus redes.



En Licantél encontramos esta estatua tallada en madera y un puente peatonal colgante por donde cruzaban motos en forma muy normal.



Este carrito debió haber sido usado antes de construir el puente, estaba con candado pero se veía en condiciones de ser usado.



Eran más de las 11:00 PM y aun no llegábamos al parque, la ruta era de tierra y nuestro rodar era lento y agotador. En el primer camping que encontramos decidimos quedarnos. Armamos las carpas, nos tomamos un café, comimos algo de lo que habíamos comprado en el supermercado y nos zambullimos en nuestros sacos de dormir…no me di ni cuenta como paso la noche.















Nos levantamos alrededor de las 8:30 AM, desayunamos, desarmamos campamento y salimos al encuentro del parque, el camino esta bastante bueno y no presenta dificultades, lo único malo es el polvo muy fino que se levanta por el paso de los vehículos. Lo primero que divisamos fue el Rió Claro.

Las zonas de camping eran de pura tierra y polvo suelto, adornados tan solo con pinos y algunos álamos, este panorama para los que somos sureños no tiene mucha belleza. Pero en fin es lo que vimos.

La primera caída de agua corresponde al velo de la novia, nombre demasiado común para un salto de agua.

Las fotos comienzan por el principio ja ja ja, los infaltables letreros de bienvenida.






Los senderos hacia los primeros miradores estaban confeccionados con tarimas de madera, me llamo la atención el no mantener la naturaleza intacta.


No demore mucho en descubrir el porque de los corredores de madera.


Al parecer el paisaje no era lo único que marcara la belleza del parque…si hubieran visto lo que el amigo estaba observando…


Las siete tazas en todo su esplendor.



















































Si se fijan al costado superior derecho de esta foto, veran un mirador, no pudimos dar con el camino, pero imagino que la vista debió de haber sido magnifica.



Fueron tantas las fotos tomadas, que fue difícil seleccionar las que puse en mi relato, solo espero no aburrirlos con tanta imagen parecida.



Este tronco seco daría origen a una de mis fotos preferidas, que increíble que un simple pedazo de árbol muerto pueda generar imágenes encantadoras.





Esta niña gentilmente acepto adornar el paisaje, si alguna vez recorre este relato, quiero que sepa que agradezco mucho su gentileza.



No a todas las personas les interesa los mismos temas en sus fotografías, estos jóvenes no pierden la oportunidad de retratarse los unos a los otros.



El salto de la Leona apenas mostraba su hermosura, me explicaban que el río traía muy poca agua producto de las escasas lluvias y nevazones que tubo el invierno pasado.



Algunas personas, que manera de ser inconsecuente con la naturaleza y como se puede contraponer tanto lo vital del agua con la inmundicia del ser humano.



Muchas veces los letreros nos advierten riesgos, a los cuales ni siquiera les damos la atención que se merecen.



La hora había avanzado rápidamente, mi reloj marcaba las 14:15 PM y el viaje de retorno seria largo y cansador, mis amigos estaban de vacaciones por lo tanto me esperaban horas de carretera, solo y con un calor que sofocaba el ambiente.

Detrás quedaban momentos de alegría y de compañerismo, ya vendrán nuevos viajes y desafíos en común, por el momento solo pensaba en la cama blandita y fresca que me esperaba en casa, de esa forma me daba el animo y la resignación suficiente para dejar atrás dos amigos de vacaciones y con muchos lugares aun por recorrer, un saludo especial para ellos.

Fueron 863 kilómetros recorridos, pero para mi alegría, mis amigos y compañeros de trabajo se habían equivocado

…el parque Nacional Siete Tasas es muy hermoso
Vale cada uno de los kilómetros recorridos






Hasta pronto… si Dios quiere